miércoles, 3 de marzo de 2010
miércoles, 24 de febrero de 2010
la cerilla o el fosforo
Una de las primeras cerillas inventada fue la de azufre, se hacían sumergiendo franjas delgadas de madera en azufre fundido; el que ardía al aplicarle una chispa producida por una piedra y acero.
En 1812 fue inventada la cerilla química que se fabricaba con una cubierta de azufre y provista de una mezcla de clorato de potasio y azúcar, ésta ardía al entrar en contacto con ácido sulfúrico.
En 1827, el químico británico Jonh Walker introdujo en Inglaterra los primeros fósforos de fricción.
En 1844, el sueco Pasch inventó los fósforos de seguridad, que salieron al mercado alrededor de 1850. Con algunas mejoras posteriores, son los fósforos que se usan en la actualidad.
Anterior a ellos, en 1823 existía un encendedor de mesa que consistía en un tubo cilíndrico alimentado a alcohol, con una mecha en su interior, que afloraba en el centro de la parte superior y que se encendía por un dispositivo de fricción.
En las cerillas de fricción fabricadas actualmente, se sumerge un extremo de la barra en un agente incombustible para que no arda fácilmente, y el otro extremo se recubre con parafina. La cabeza de la cerilla contiene: un agente oxidante, como clorato de potasio; una sustancia que se oxida fácilmente, como azufre o resina de trementina; un relleno de arcilla; un material adhesivo, como la cola, y un colorante para darle un color. Al final de la punta hay una mínima cantidad de trisulfuro de fósforo, el cual se descompone y arde a baja temperatura; éste prende la parafina, que arde más fácilmente por la presencia de los demás productos.
Los fósforos de seguridad están diseñados de forma que la cabeza sólo arde al rasparla contra la superficie de fricción que posee la caja. La punta de los fósforos de seguridad contiene trisulfuro de antimonio y un agente oxidante pegados con caseína o cola y son realizados de madera. La superficie de frotamiento de la caja contiene vidrio en polvo para la fricción, fósforo rojo y cola (adhesivo). Al raspar allí el fósforo, el calor de fricción transforma el fósforo rojo en blanco, que arde y prende a su vez la cabeza de la cerilla.
A la industria de los fósforos de seguridad en 1850, especialmente en España, acompaña la producción de cigarrillos a partir de mediados del siglo XIX. Los cigarrillos ya eran conocidos y fabricados por los turcos desde hacía unos siglos.
En 1812 fue inventada la cerilla química que se fabricaba con una cubierta de azufre y provista de una mezcla de clorato de potasio y azúcar, ésta ardía al entrar en contacto con ácido sulfúrico.
En 1827, el químico británico Jonh Walker introdujo en Inglaterra los primeros fósforos de fricción.
En 1844, el sueco Pasch inventó los fósforos de seguridad, que salieron al mercado alrededor de 1850. Con algunas mejoras posteriores, son los fósforos que se usan en la actualidad.
Anterior a ellos, en 1823 existía un encendedor de mesa que consistía en un tubo cilíndrico alimentado a alcohol, con una mecha en su interior, que afloraba en el centro de la parte superior y que se encendía por un dispositivo de fricción.
En las cerillas de fricción fabricadas actualmente, se sumerge un extremo de la barra en un agente incombustible para que no arda fácilmente, y el otro extremo se recubre con parafina. La cabeza de la cerilla contiene: un agente oxidante, como clorato de potasio; una sustancia que se oxida fácilmente, como azufre o resina de trementina; un relleno de arcilla; un material adhesivo, como la cola, y un colorante para darle un color. Al final de la punta hay una mínima cantidad de trisulfuro de fósforo, el cual se descompone y arde a baja temperatura; éste prende la parafina, que arde más fácilmente por la presencia de los demás productos.
Los fósforos de seguridad están diseñados de forma que la cabeza sólo arde al rasparla contra la superficie de fricción que posee la caja. La punta de los fósforos de seguridad contiene trisulfuro de antimonio y un agente oxidante pegados con caseína o cola y son realizados de madera. La superficie de frotamiento de la caja contiene vidrio en polvo para la fricción, fósforo rojo y cola (adhesivo). Al raspar allí el fósforo, el calor de fricción transforma el fósforo rojo en blanco, que arde y prende a su vez la cabeza de la cerilla.
A la industria de los fósforos de seguridad en 1850, especialmente en España, acompaña la producción de cigarrillos a partir de mediados del siglo XIX. Los cigarrillos ya eran conocidos y fabricados por los turcos desde hacía unos siglos.
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